Inmaculada Concepción


No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios.
El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el Santo que va a nacer se llamará Hijo de Dios.
Aquí está la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra.
Lc 1, 26-38

Porque cada vez que miramos a María volvemos a creer en lo revolucionario de la ternura y del cariño. 
Virgen y Madre María,
tú que, movida por el Espíritu, acogiste al Verbo de la vida
en la profundidad de tu humilde fe, totalmente entregada al Eterno, 
ayúdanos a decir nuestro «sí».
Papa Francisco, Evangelii Gaudium, 288

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