6 DE DICIEMBRE-SÁBADO 1ª SEMANA DE ADVIENTO- ciclo B

Mt 9,35-10,1.6-8
En aquel tiempo, Jesús recorría todas las ciudades y aldeas, enseñando en sus sinagogas, anunciando el evangelio del Reino y curando todas las enfermedades y todas las dolencias. Al ver a las gentes se compadecía de ellas, porque estaban extenuadas y abandonadas, como ovejas que no tienen pastor. Entonces dijo a sus discípulos: "La mies es abundante, pero los trabajadores son pocos; rogad, pues, al Señor de la mies que mande trabajadores a su mies". Llamó a sus doce discípulos y les dio autoridad para expulsar espíritus inmundos y curar toda enfermedad y dolencia. A estos doce los envió con estas instrucciones: "Id a las ovejas descarriadas de Israel. Id y proclamad diciendo que el Reino de los Cielos está cerca: curad enfermos, resucitad muertos, limpiad leprosos, echad demonios. Lo que habéis recibido gratis, dadlo gratis".
1.Jesús no fue un hombre instalado. No tuvo títulos, ni cargos, ni estuvo vinculado a ninguna institución. Quiso ser libre, para enseñar donde había ignorancia y para aliviar el sufrimiento donde había enfermedades y dolencias. Ante el dolor, la opresión y el abandono de la pobre gente, Jesús "se compadecía", literalmente "se le conmovían las entrañas" [Mt 14,14; 15,32; 18,27; 20,34) (W. Cárter). Jesús vio que lo más necesario en la vida es la libertad al servicio de la misericordia que contagia paz y bien.
2.A los doce "apóstoles" (Mt 10,2), Jesús les dio "autoridad". ¿Para qué? No para dominar o someter a nadie en nada, si­no para expulsar demonios y sanar enfermos. En la mentalidad de Jesús, tener "autoridad" es tener "bondad"y "sensibi­lidad" ante el sufrimiento de los que lo pasan mal. En la Iglesia se ha pervertido el concepto y la forma de ejercer la au­toridad. Porque se ejerce como poder para someter y mandar. Esa forma de practicar la autoridad se fundamenta en el derecho romano, no en el Evangelio.

3.Por último, anunciar que está cerca el Reino (reinado) de Dios, es "curar enfermos, resucitar muertos, limpiar leprosos, expulsar demonios" (Mt 10,8). O sea, anunciar el Reino de Dios no es dar catequesis, enseñar doctrinas, imponer man­damientos y organizar ceremonias sagradas. Anunciar el Reino es liberar a la gente de sus penas y sufrimientos, dar vi­da a los que están como muertos, contagiar felicidad. Hoy diríamos que es trabajar por una sociedad en paz, respeto, igualdad de derechos, seguridad para todos y en todo.

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