Mt 9,35-10,1.6-8
En aquel tiempo, Jesús recorría todas las
ciudades y aldeas, enseñando en sus sinagogas, anunciando el evangelio del
Reino y curando todas las enfermedades y todas las dolencias. Al ver a las
gentes se compadecía de ellas, porque estaban extenuadas y abandonadas, como
ovejas que no tienen pastor. Entonces dijo a sus discípulos: "La mies es
abundante, pero los trabajadores son pocos; rogad, pues, al Señor de la mies
que mande trabajadores a su mies". Llamó a sus doce discípulos y les dio
autoridad para expulsar espíritus inmundos y curar toda enfermedad y dolencia.
A estos doce los envió con estas instrucciones: "Id a las ovejas
descarriadas de Israel. Id y proclamad diciendo que el Reino de los Cielos está
cerca: curad enfermos, resucitad muertos, limpiad leprosos, echad demonios. Lo
que habéis recibido gratis, dadlo gratis".
1.Jesús no
fue un hombre instalado. No tuvo títulos, ni cargos, ni estuvo vinculado a
ninguna institución. Quiso ser libre, para enseñar donde había ignorancia y
para aliviar el sufrimiento donde había enfermedades y dolencias. Ante el
dolor, la opresión y el abandono de la pobre gente, Jesús "se compadecía", literalmente "se le conmovían las entrañas" [Mt 14,14; 15,32; 18,27; 20,34) (W. Cárter). Jesús
vio que lo más necesario en la vida es la libertad al servicio
de la misericordia que contagia paz y bien.
2.A los doce "apóstoles" (Mt 10,2), Jesús les dio "autoridad". ¿Para qué? No para dominar o someter a nadie en
nada, sino para expulsar demonios y sanar enfermos. En la mentalidad de Jesús,
tener "autoridad" es tener "bondad"y "sensibilidad"
ante el sufrimiento de los que lo pasan mal. En la Iglesia se ha pervertido el
concepto y la forma de ejercer la autoridad. Porque se ejerce como poder para
someter y mandar. Esa forma de practicar la autoridad se fundamenta en el
derecho romano, no en el Evangelio.
3.Por último,
anunciar que está cerca el Reino (reinado) de Dios, es "curar enfermos, resucitar muertos, limpiar
leprosos, expulsar demonios" (Mt 10,8).
O sea, anunciar el Reino de Dios no es dar catequesis, enseñar doctrinas,
imponer mandamientos y organizar ceremonias sagradas. Anunciar el Reino es
liberar a la gente de sus penas y sufrimientos, dar vida a los que están como
muertos, contagiar felicidad. Hoy diríamos que es trabajar por una sociedad en
paz, respeto, igualdad de derechos, seguridad para todos y en todo.
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