Mt
11,16-19
En aquel tiempo, dijo jesús a la gente: "¿A quién se parece esta
generación? Se parece a los niños sentados en la plaza que gritan a otros:
"Hemos tocado la flauta y no habéis bailado, hemos cantado lamentaciones y
no habéis llorado". Porque vino Juan, que ni comía ni bebía, y dicen:
"Tiene un demonio". Vino el Hijo del Hombre, que come y bebe, y
dicen: "Ahí tenéis a un comilón y borracho, amigo de publícanos y
pecadores". Pero los hechos dan razón a la Sabiduría de Dios".
1. La expresión "esto generación", que usa Jesús, es un reproche a la gente
que oyó a Juan y que le oía a él. Porque no le hicieron caso ni a Juan ni a
Jesús. Y buscaron excusas para justificar el rechazo de Juan, del que dijeron
que estaba endemoniado y el rechazo de Jesús, del que dijeron que era un
comilón y un borracho. Es frecuente, sobre todo entre gente
"religiosa" maquillar nuestros rechazos inconfesables utilizando
insultos y ofensas.
2. El Evangelio explica la diferencia entre
Juan Bautista y Jesús contando el juego que hacían dos grupos de niños en la
plaza de un pueblo. Uno de los grupos tocaba la flauta, imitando una boda; el
otro grupo cantaba lamentaciones, imitando un entierro. Pero en el centro de
la plaza había otros chiquillos que no querían entrar en el juego, ni en el de
la boda ni en el del entierro. Es decir, había "una generación", un
grupo perverso, malo, que no quería ni boda ni entierro. Estos no querían nada
más que ser ellos mismos y hacer lo que a ellos les interesaba. De manera que,
como no podían dar explicaciones de por qué no querían nada con nadie, lo que
hacían era insultar y ofender, tanto a los que jugaban a boda como a los que
imitaban un entierro. ¿Por qué contó Jesús esta historia que, a primera vista,
no parece tener importancia?
3. Jesús echó mano de este cuento para dejar
clara la diferencia entre la religión que predicó Juan Bautista y la que vivió
y explicó él mismo. La boda es la fiesta de la vida. El entierro es la memoria
de la muerte. La humanidad de Jesús es vida, gozo, alegría y disfrute de vivir.
La figura y la predicación tremenda y dura de Juan es dolor, lágrimas y muerte.
La felicidad y la tristeza se contagian. Y lo que Jesús quiere es que nuestra
forma de ser y de vivir contagie felicidad y haga dichosos a quienes conviven
con nosotros. La religión de Juan Bautista se centró en el problema del pecado
y los castigos contra los pecadores. La religión de Jesús se centró en la
felicidad y el gozo de vivir, que contagió siempre Jesús, curando enfermos,
comiendo con toda clase de personas, acogiendo con bondad y cariño a los
marginados y excluidos. Y nunca olvidemos que hacer lo que hizo Jesús es mucho
más duro y costoso que ponerse una vestimenta extraña y comer poco y de mala
manera.
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