2º Adviento-ciclo B-miércoles

Mt 11,28-30
En aquel tiempo, exclamó Jesús y dijo: "Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré. Cargad con mi yugo y aprended de mi, que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis vuestro descanso. Porque mi yugo es llevadero y mi carga ligera".
1.  Mucha gente siente, en casi todos los países y en casi todas las culturas, que la religión resulta una carga pesada y hasta insoportable. Si el acto central de la religión es el sacrificio, esto se concreta en normas y obligaciones concretas, que la religión impone, pero que muchos no saben para qué sirven tales renuncias, ni por qué se imponen. Sobre todo cuando las renuncias de la religión se cumplen, pero al mismo tiempo se descuidan los deberes ciudadanos tales como la honradez, el respeto a los demás, la rectitud en los deberes sociales y económicos, etc. Pero entonces la gente se aguantaba. Hoy ya no aguanta y abandona la práctica religiosa, la pertenencia a la Iglesia, quizá incluso la creencia en Dios. La religión es carga pesada porque, a veces, manipula los sentimientos de culpa, y porque además, a veces, los di­rigentes religiosos pretenden que los pecados sean además delitos.
2.  El evangelio de Mateo pone en boca de Jesús este llamamiento a aliviar el cansancio y el agobio. El alivio lo encon­tramos en Jesús. En el ejemplo que nos dejó Jesús, y en la fe que tenemos (si la tenemos) en Jesús. Porque él no impo­ne leyes, ni sumisiones, ni descalificaciones, ni juicios, ni condenas. Es urgente que la Iglesia asuma este estilo de go­bierno, de acción pastoral, de relación con la sociedad.

3.  Jesús dice: "Aprended de mi". Soñamos con el día en que la predicación y la pastoral de la Iglesia se resuman en ese llamamiento. De forma que la predicación eclesiástica consistiera en explicar a la gente cómo vivimos los cristianos, có­mo vive el clero. Con eso nada más, tendría que haber bastante. Renovar y reformar la Iglesia es, ante todo, renovar el buen ejemplo de los creyentes en Jesús.

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