1ª semana adviento-viernes A

5 DE DICIEMBRE - VIERNES Ia SEMANA DE ADVIENTO
Mt9,27-31
En aquel tiempo, al marcharse Jesús, le siguieron dos ciegos gritando: "Ten compasión de nosotros. Hijo de David". Al llegar ala casa se le acercaron los ciegos y Jesús les dijo: "¿Creéis que puedo hacerlo?" Contestaron: "Sí, Señor". Entonces les tocó los ojos diciendo: "Que os suceda conforme a vuestra fe". Y se les abrieron los ojos. Jesús les ordenó severamente: "Cuidado con que lo sepa alguien". Pero ellos, al salir, hablaron de él por toda la comarca.
1. Cuando en los evangelios se relatan milagros de Jesús, lo que interesa no es precisar si ocurrió o cómo ocurrió el he­cho prodigioso, sino comprender el significado que tiene para los creyentes el hecho que se cuenta. Los exegetas es­tán de acuerdo en que la finalidad de los relatos de milagros no es ponderar el poder de Jesús, sino afirmar su miseri­cordia ante el sufrimiento. No olvidemos que los evangelios no son "libros de historia" sino "mensajes para la vida". Por tanto, lo que hay que preguntarse después de cada relato no es: ¿esto sucedió asi? Lo que hay que preguntarse es: ¿-qué "convicciones" me transmite este episodio para mi vida? Teniendo en cuenta que "una convicción se define por el hecho de que orientamos nuestro comportamiento conforme a ella" (J. Habermas).
2. Los dos ciegos, que siguen a Jesús gritando, le llaman "Hijo de David". El seguimiento, los gritos y (a invocación ex­presan el anhelo de los israelitas de entonces, oprimidos por el poder de los sacerdotes y por la dominación de los ro­manos. Aquellos hombres sufrían porque "no veían" cómo podían ir por la vida en las condiciones en que vivía aquel pueblo, oprimido por la religión de los sacerdotes y por la política del imperio romano.

3. Aquellos hombres no solo eran ciegos. Estaban ciegos. Y la fe en Jesús les abrió los ojos, es decir, les dio la luz que ne­cesitaban para saber cómo tenían que situarse y actuar los "hijos de David" aquel pueblo sometido, ante los abusos de la religión y la dictadura de la política. Si el Evangelio no nos abre los ojos para ver lo que realmente está ocurriendo, es que estamos ciegos. Sí, efectivamente. Con demasiada frecuencia, no vemos lo que nos conviene hacer. Porque tene­mos muchas "ideas" y pocas "convicciones". Sin olvidar que "la convicción consiste principalmente en el hecho de que está uno dispuesto reflexivamente a dejarse guiar en su actividad por la fórmula de la que está convencido"(Charles S. Peirce). Es más, nuestras "convicciones" son las que crean nuestros hábitos de vida y nuestras costumbres. ¿Por qué el Evangelio no modifica nuestra vida? Estamos seguros de lo que dice Jesús. Pero no estamos convencidos de ello.

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