3 DE DICIEMBRE - MIÉRCOLES Ia SEMANA DE ADVIENTO
Mt
15,29-37
En aquel tiempo fesús, bordeando el lago
de Galilea, subió al monte y se sentó en él. Acudió a él mucha gente llevando
tullidos, ciegos, lisiados, sordomudos y muchos otros; los echaban a sus pies
y él los curaba. La gente se admiraba al ver hablar a los mudos, sanos a los
lisiados, andar a los tullidos y con vista a los ciegos, y dieron gloria al
Dios de Israel, fesús llamó a sus discípulos y les dijo: "Me da lástima de
la gente, porque llevan ya tres días conmigo y no tienen qué comer. Y no quiero
despedirlos en ayunas, no sea que se desmayen en el camino". Los
discípulos le preguntaron: "¿De dónde vamos a sacar en un despoblado panes
suficientes para saciara tanta gente?" fesús les preguntó: "¿Cuántos
panes tenéis?" Ellos contestaron: "Siete y unos pocos peces".
Él mandó que la gente se sentara en el suelo. Tomó los siete panes y los peces,
dijo la acción de gracias, los partió y los fue dando a los discípulos, y los
discípulos a la gente. Comieron todos hasta saciarse y recogieron las sobras:
siete cestas llenas.
1. Las tres preocupaciones fundamentales,
que ocuparon prácticamente toda la vida de Jesús, fueron: 1) La salud óe\os enfermos; 2) La alimentación de la gente, especialmente de los pobres;
3) Las "re/ac/ones humanas" de las personas. Por eso, en los
evangelios se habla constantemente de las curaciones de quienes padecían
enfermedades, de las comidas de Jesús con toda clase de personas y de las
mejores relaciones posibles que podemos (y debemos} tener con los demás. En
este relato, se nos recuerda la actividad de Jesús con los enfermos y con los
que no tenían qué comer. De las relaciones humanas habla Jesús ampliamente en
sus discursos, por ejemplo, en el Sermón del Monte: el perdón, la misericordia,
la generosidad, la bondad con todos y en todo momento, etc, etc.
2. Es importante caer en la cuenta de que
estas tres grandes y fundamentales preocupaciones de Jesús no son preocupaciones
"religiosas", sino preocupaciones "humanas". Es decir, son
problemas que interesan y preocupan normalmente a cualquier ser humano, sea o
no sea religioso y tenga las ideas o convicciones que tenga. Porque, si nos
atenemos a su conducta, lo importante para Jesús no era la
"religiosidad", sino la "humanidad". Jesús fue un hombre
profundamente religioso, como quedó patente en su intensa y frecuente relación
con el Padre del Cielo. Lo mismo que en su insistente oración al Padre, de la
que con frecuencia nos informan los evangelios (Mt 14,23; 19,13; 26,36.
39.42.44; Me 1, 35; 6,46; 14,32.35.39; Le 3,21; 5,16; 6,12; 9,18.28.29; 11,1;
22,41.44.45). Pero la religiosidad de Jesús no le llevó al templo y al culto.
Su religiosidad le llevó a ser bondadoso con todos. Y así es como encontró al
Padre.
3. Esta multiplicación de los panes es la
segunda que relata el evangelio de Mateo. La primera se encuentra en Mt 14,
13-21. Este segundo relato quiere destacar la importancia de este hecho en la vida
de Jesús y en la vida de la Iglesia (-cf. J.C. Anderson). El Evangelio destaca
así que Dios quiere, sobre todo, que nos preocupemos de los que pasan necesidad,
de la injusticia del sistema que nos domina, un sistema que privilegia a unos
pocos a costa del sufrimiento y la humillación de los necesitados, la relación
que todo esto tiene con el banquete que celebra la comunidad (cada comunidad),
que los cristianos celebramos en la Eucaristía. Todo esto es lo que produce la
abundancia, hasta el exceso, en la I-glesia y en la sociedad. Eso significa los
siete cestos de panes que sobraron.
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