Primer domingo de adviento-ciclo B

 30 DE NOVIEMBRE - DOMINGO Io DE ADVIENTO
Mc 13,33-37
En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos: "Miren, vigilen: pues no saben cuándo es el momento. Es igual que un hombre que se fue de viaje, y dejó su casa y dio a cada uno de sus criados su tarea, encargando al portero que velara. Velen entonces, porque no saben cuándo vendrá el dueño de la casa, si al atardecer, o a medianoche, o al canto del gallo, o al amanecer: no sea que venga inesperadamente y los encuentre dormidos. Lo que les digo a ustedes, lo digo a todos: ¡Velen!".
1.  El Adviento es el tiempo (4 semanas) que dedicamos a preparar la Navidad, el día en que se recuerda que Dios,
en Jesús, se hizo presente en la historia. Preparar la Navidad es, ante todo, esperar la venida de Jesús para acogerlo en nuestras vidas. La Navidad se reproduce y se repite todos los días. Porque todos los días Jesús se hace presente en nuestra historia, en la vida de cada uno de nosotros, en lo que hacemos y en lo que dejamos de hacer. Jesús se hace presente en la bondad, en la amistad, en la sinceridad, en la honradez, en el bien que hacemos y en la felicidad que contagiamos a quienes se sienten mal, tristes y necesitados. Así entra Jesús en la historia de cada persona, y en la historia de la sociedad y de la Iglesia.
2.  Pero este evangelio nos dice algo mucho más fuerte. La llamada a la vigilancia, que aquí nos recuerda Jesús, es la conclusión del discurso que, según Marcos, Jesús pronunció antes de su muerte. En este discurso, Jesús anunció dos cosas: 1a) La destrucción total del Templo (Mc 13,1 -2). 2a) La caída del sol, la luna y las estrellas (Me 13,24-25) que indican, se­gún los profetas (Is 13,34; Jr4,20-23; Ez 32,7, etc), la ruina de los grandes imperios, los poderes opresores de la humanidad. Así, lo que el Evangelio nos dice es que la bondad, la honradez, la humanidad y la humildad, todo eso tiene tanta fuerza que puede más que la religión y que la política. Nos quejamos de lo mal que va la Iglesia y de lo mal que lo hacen los políticos. Nuestra bondad sin límites es la fuerza que puede acabar con toda esa podredumbre. Lo importante es que nos convenzamos de esto.
3.  Preparar la Navidad es, ante todo, reforzar nuestra honradez, nuestra humanidad, nuestra integridad y la sensibilidad ante el sufrimiento ajeno. Pero para esto necesitamos orar, acudir a Jesús sin cansarnos jamás. Solo así estaremos
vigilantes esperando la incesante entrada de Jesús en la historia de nuestras vidas y de las vidas de todos.

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