Martes Santo

EVANGELIO EN AUDIO: Juan 13, 21-38

1.  Una cena y otra cena. Dos cenas de despedida. La cena de Betania fue un lujo de símbolos de amor, de amistad, un derroche de humani­dad. La cena de Jerusalén fue la conmoción profunda del que se ve traicionado, vendido, engañado y abandonado por quien niega y renie­ga de una amistad que no se cansaba de prometer con una fidelidad que no existe. Aquella noche, Jesús empezó a palpar que estaba solo. Es lo más duro que a uno le puede pasar.
2.  ¿Qué ocurrió allí? No es fácil saber con seguridad los motivos que tuvieron Judas y Pedro para hacer lo que hicieron aquella noche. Interesa más saber lo que hicieron que por qué lo hicieron. Y lo que hicieron fue negar su fe en Jesús y renegar de su amistad con Jesús. Por un motivo o por otro, no aceptaron el fracaso de Jesús, su entrega voluntaria y sin resistencia a las autoridades. No entendían el proyecto de Jesús si no era sobre la base de un triunfo popular, de un éxito político. Nunca les entró en la cabeza el final que tuvo la vida de Jesús.

3.  Para aquellos dos hombres, en aquel momento, la tarea del Mesías, la presencia del Hijo de Dios en la historia estaba asociada al éxito popular, la aceptación de las masas, el triunfo político, la conquista del poder. Hasta que se dieron cuenta de que Jesús no iba por ahí. Lo de Jesús no fue solo hacer el bien. Fue hacerlo de tal forma que entró en conflicto con quienes, por motivos de poder (religioso o político) hacen imposible que este mundo resulte más humano y la vida más soportable.

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