4º cuaresma . martes

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EVANGELIO EN AUDIO: Jn 5 1-16

1. Un hombre que lleva treinta y ocho años enfermo y solo, esperando que alguien le ayude y no encuentra a na­die, es un caso que impresiona, por la enfermedad que padece y, sobre todo, por la soledad en que malvive. No tie­ne a nadie en este mundo. Por eso Jesús, al verlo de aquella manera, no lo pensó un instante. Ni se puso a pensar que era sábado y por tanto estaba prohibido curar y hacer que el hombre se fuera cargado con la camilla. Cuando Jesús tropezaba con el sufrimiento de alguien, no soportaba dejar asi las cosas.


2.
Todos tenemos muchas razones para escurrir el hombro ante el dolor ajeno. Con frecuencia echamos mano de argumentos políticos. Por eso decimos que es responsabilidad de los poderes públicos. O argumentamos diciendo que lo importante es que cambie el sistema económico mundial. Efectivamente, todo eso tiene mucho de verdad. Pero hay algo que no se resuelve con dinero y política. El desamparo de los que se sienten enteramente solos, eso no tiene otra solución que la cercanía personal y la sensibilidad del que es capaz de empatizar con el otro.

3.
La razón más falsa, que se puede dar, para abandonar al que sufre, es la que se basa en motivos religiosos: "ten­go que irme de retiro" "no me lo permite mi conciencia" "eso está prohibido por la Iglesia"... Y así sucesivamente. Una religión o una espiritualidad que abandona, con buena conciencia, al que sufre es la mayor mentira y el más des­carado auto-engaño.

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