2º Cuaresma B - viernes

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Evangelio en audio: Mt 21 33-46



1.  Hay quienes piensan que esta parábola es un sólido argumento para justificar la "teoría de la sucesión": Israel fue el pueblo infiel a Dios y a Israel le sucedió, como pueblo fiel, la Iglesia. Según esta teoría, la Iglesia relevó a Israel como pueblo elegido. Y, de hecho, sabemos que la teología cristiana ha elaborado la teoría según la cual la Iglesia es el "nue­vo Pueblo de Dios".

2.  Pero esta teoría es sencillamente inadmisible. Y además es peligrosa. Las religiones son producto de la cultura. Por eso, las culturas nacionalistas suelen tener también religiones nacionalistas y dioses nacionalistas. Los "pueblos elegi­dos" por el dios de cada pueblo son abundantes, aunque no utilicen ese nombre. 
Israel se sintió singularmente elegido (Nm 23,8 s; Jos 24,3; Sal 106,5) por el amor preferencial de Yahvé (Ex 19, 5; Dt 7,6-8; 1 Jn 4,19). Esta idea fue asumida por los cristianos, que se vieron como una nueva raza (1 Pe 2,9), los elegidos (Mt24,22; Rm 8,33; 16,13; Col 3,12; 1 Pe, 1,1).

3.  Lo intolerable y lo peligroso de esta teoría es que fomenta una secreta soberbia nacionalista y un inevitable menos­precio hacia los demás pueblos y las otras religiones. Dios no puede querer eso. Dios no ha querido el antisemitismo que los cristianos difundieron en siglos pasados, amparados en la "funesta teoría de sustitución" y en la "peligrosa teo­ría de suplantación" (J. B. Metz) que ha causado tanto odio. El responsable de la muerte de Jesús no fue Israel, sino la torpeza de unos dirigentes religiosos que rechazaron al más grande de los profetas.

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