Castillo 2º Cuaresma B


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Evangelio según san Marcos 9, 1-12

    1. Este relato contiene una importancia singular en los tres evangelios sinópticos (Mc 9, 2-8; Mt 17, 1-8). Prueba de ello es que la literatura teológica que se ha producido para explicar este episodio es enorme (F. Bovon). Baste pensar que esta­mos ante un relato del que resulta muy difícil precisar el género literario en que está redactado (H. Riesenfeld, M. Sabbe, R. H. Gause...). Lo cual es comprensible. Porque aquí se da cuenta de una experiencia en la que se rozan "lo humano" y "lo divino", "lo inmanente" y "lo trascendente".
    2. Dios (trascendente) se nos ha comunicado en Jesús (inmanente). Pero ser "tras­cendente" no significa ser"infinitamente superior" sino simplemente "ser inconmen­surable" es decir "de un orden absolutamente distinto". Esto significa que, si la tras­cendencia fuera objeto de experiencia posible, desde ese momento justamente dejaría de ser trascendente (S. Nordmann). Pues bien, siendo esto así, Jesús (aquel humilde campesino de Galilea) es el punto de sutura de la realidad que nos trasciende (Dios) con nuestra limitada realidad (nosotros los humanos). O sea, en Jesús (y solo en él) sabemos de Dios, lo que dice Dios, y lo que Dios quiere o no quiere. Por esto, el relato termina con la voz trascendente que señala a Jesús y decía: "escuchadle a él". Y allí quedó: "Jesús solo".
    3. Para saber de Dios y hablar de Dios, no nos queda nada más que Jesús. Ni Moisés, ni Elias. Ni la Ley, ni los Profetas. Solo la vida y la palabra de Jesús. En esa vida y en esa palabra es donde tenemos que buscar y encontrar el sentido de la vida.

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