II DE ABRIL-LUNES 3ª SEMANA DE PASCUA

Jn 6,22-29
Al día siguiente, la gente que se había quedado al otro lado del lago, notó que allí no había más que una lancha y que Jesús no habla embarcado con sus discípulos, sino que sus discípulos se hablan marchado solos. Entre tanto, unas lanchas de libertades llegaron cerca del sitio donde habían comido el pan {sobre el que el Señor pronunció la acción de gracias). Cuando la gente vio que ni Jesús ni sus discípulos estaban allí, se embarcaron y se fueron a Cafarnaún en busca de Jesús. Al encontrarlo en la otra orilla del lago le preguntaron: "Maestro, ¿cómo has venido aquí? Jesús les contestó: "Os lo aseguro: me buscáis, no porque habéis visto signos, sino porque comisteis pan hasta saciaros. Trabajad no por el alimento que perece, sino por el alimento que perdura, el que os dará el Hijo del Hombre: pues a este lo ha señalado el Padre, Dios". Ellos le preguntaron: "¿Cómo podremos ocuparnos en los trabajos que Dios quiere?"Respondió Jesús: 'Este es el trabajo que Dios quiere: que creáis en el que él ha enviado".

  1. Lo que más preocupa al común de los mortales, sobre todo a la gente más necesitada, es el pan de cada día. Y sabemos que el pan simboliza el hecho de satisfacer las necesidades más elementales y más apremiantes del ser humano. Los animales se contentan con llenar cada día el estómago. Para los humanos, la comida no es solo una necesidad biológica. Es, además y sobre todo, el símbolo que comparte la vida. Eso representa lo que llamamos la "comensalia". Se comprende la búsqueda que aquellas gentes emprendieron para encontrar a Jesús. Hoy, eso se verifica en la angustia de tantos millones de criaturas humanas condenadas a carecer de lo más elemental. Y, muchos de ellos, condenados a una muerte cercana. Estamos hablando de más de mil millones de seres humanos que carecen de alimentación. Y sobre todo de derechos. Solos de todo en la vida.
  2. Y sin embargo -es esto sorprendente, a primera vista-, Jesús les dijo a aquellos pobres galileos, y nos dice a nosotros ahora, que hay algo más apremiante que tener pan para un día, para un tiempo... ¿Puede haber algo más urgente que eso? Jesús afirma que es más importante "creer en él". Es decir, más necesaria es la fe que el pan. Esto no nos entra en la cabeza porque tenemos una idea trastornada de lo que es la fe en Jesús. Tal como la presentan los evangelios, la fe salva. Pero salva, ¿de qué? ¿Para qué? No es una cuestión primordialmente "religiosa". Es la respuesta total a la limitación "humana". Jesús les decía a los enfermos "Tu fe te ha salvado", Es decir, la fe da vida, alivia penas y dolores, soledades y desamparos, da fuerzas para superar toda clase de dificultades. Y, sobre todo, la fe en Jesús une a las personas, nos funde a todos en uno, mediante la fusión de nuestros mejores sentimientos. O la fe es eso. O la fe es un cuento que no sirve para nada de lo que verdaderamente interesa y preocupa a todo ser humano.
  3. Pues sí la fe es eso y actúa así en la vida, ¿no es cierto que lo que más necesitamos todos es esa fe, esa fuerza, esa vida, esa forma de entender y de poner en práctica otra manera de organizar y gestionar nuestra convivencia?

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