3ºC-miércoles



Mt 5,17-19

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: "No creáis que he venido a abolir la ley o los profetas: no he venido a abolir, sino a dar cumplimiento. Os aseguro que antes pasarán el cielo y la tierra que deje de cumplirse hasta la última letra o tilde de la ley. El que se salte uno solo de los preceptos menos importantes, y lo enseñe así a los hombres, será el menos importante en el Reino de los Cielos, pero quien los cumpla y enseñe será grande en el Reino de los Cielos".

1.  En el Sermón del Monte, después de las bienaventuranzas, Jesús les dice a sus discípulos que él no ha venido a "deshacer" o "abolir" la ley o los profetas. Todo lo contrario. Jesús vino a llevar a su "perfección" o a su total "píenitud" lo que representan la ley y los profetas. Por tanto, no se trata de que Jesús se ajustó y se limitó a observar la reli­gión de Israel. Loque hizo Jesús fue ir más lejos y llevar a otra dimensión la religión. La de Israel y cualquier otra reli­gión. ¿Qué quiere decir esto?

2.  Quiere decir que Jesús se dio cuenta de que la religión, incluida la suya (la de los judíos) no basta, porque está li­mitada y es incompleta. Por tanto, no basta someterse a la religión establecida y cumplirla al pie de la letra. Hay que llegar más lejos. Y hay que sentirse libre para pensar y actuar así. Jesús lo demostró en su vida, con su conducta. Y lo dijo muy claro: 'Todo lo que querríais que hicieran los demás por vosotros, hacedlo vosotros por ellos, porque eso sig­nifica la ley y los profetas" (Mt 7,12).

3.  Por tanto, "la plenitud" que sustituye a la mera "observancia" es la llamada "Regla de Oro". La religión, que es su­misión a dogmas, normas y ritos, es sustituida y queda superada por la relación con los demás, que es respeto, justi­cia, libertad, generosidad, bondad sin condiciones. Todo eso es lo que deseamos que los demás hagan con noso­tros. Pues eso es lo que sustituye y supera a la religión de siempre. Con razón, Jesús repitió dos veces (Mt 9,13; 12, 7) que hay que tomar en serio lo que dijo el profeta Oseas: "Misericordia quiero y no sacrificios" (Os 6,6).

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