Viernes 1ª semana de cuaresma

Mt 5,20-26
En aquel tiempo, dijo jesús a sus discípulos: "Si no sois mejores que los letrados y fariseos, no entraréis en el Reino de los Cie­los. Habéis oído que se dijo a los antiguos: No matarás, y el que mate será procesado. Pero yo os digo: todo el que esté pelea­do con su hermano, será procesado. Y si uno llama a su hermano "imbécil", tendrá que comparecer ante el Sanedrín, y si lo llama "renegado", merece la condena del fuego. Por tanto, si cuando vas a poner tu ofrenda sobre el altar, te acuerdas allí mis­mo de que tu hermano tiene quejas contra ti, deja allí tu ofrenda ante el altar y vete primero a reconciliarte con tu herma­no, y entonces vuelve a presentar tu ofrenda. Procura arreglarte con el que te pone pleito, enseguida, mientras vais todavía de camino, no sea que te entregue al juez, y el juez al alguacil, y te metan en la cárcel. Te aseguro que no saldrás de allí has­ta que no hayas pagado el último centavo".
1.  Estas palabras del Sermón del Monte contienen una enseñanza muy fuerte, porque, en definitiva, lo que aquí se di­ce es que Jesús antepone la buena relación con el prójimo a la buena relación con Dios. Porque Jesús viene a decir: antes de acercarte a Dios, acércate a quien tenga algo contra ti. Por eso, leyendo este evangelio, hay que preguntarse: ¿qué que­da de todo esto en nuestra sociedad a la que llamamos "cristiana"? Más aún: ¿los católicos, la Iglesia, hemos tomado en serio lo que dijo Jesús? El problema no está en la inevitable debilidad que es propia de la condición humana. El proble­ma está en que hemos organizado una forma de vivir la fe en la que pensamos que estas palabras de Jesús son compa­tibles y se pueden armonizar con nuestras enemistades, nuestros resentimientos y nuestras intolerancias.
2.  De lo dicho se sigue una consecuencia tremenda, indicada ya en los profetas y en los libros sapienciales de Israel: el que pretende practicar el culto religioso, a sabiendas de que está causando sufrimientos y odios que no soluciona, le provo­ca horror a Dios (Os 6,6;Prov 15,8; 21,3.27;Eclo 31,21-24; 35,1-3). En esas condiciones, lo mejor que haces es no acer­carte al altar.

3.  Jesús no aclara si las quejas de tu hermano contra ti están o no justificadas. Y menos aún explica si la "ortodoxia" doc­trinal justifica las"excomuniones"de los dogmáticos. Sea lo que sea de estas cosas, lo que es cierto es que hay derecho a pensar que Jesús no puede estar presente en una Iglesia tan dividida y enfrentada. Y entre unos católicos que se des­precian unos a otros.

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